Entre todos los perfiles que puede encarnar Eduard Escoffet (Barcelona, ​​1979), el que mejor resume todo su caudal creativo es el de poeta.
Esta descripción emerge, empapa y plana sobre todos los ángulos de una figura poliédrica: pilotó el Festival Internacional de Poesía de Barcelona entre 2010 y 2012, así como el festival PROPUESTA entre 2000 y 2004; actualmente dirige el vigoroso Poesía y + de la
Fundació Palau de Caldes d'Estrac, es comisario de exposiciones, autor teatral y músico con proyectos como Bradien y, actualmente, Barba Corsini.

Pero Escoffet es, sobre todo, un agitador en todas las vertientes posibles. Un poeta que ha visto cómo su obra viajaba al Sónar de Barcelona, ​​Museo Reina Sofía, Centro Pompidou, Palais de Tokyo y Fondation Cartier de la misma ciudad de París, Poesiefestival de Berlín, Bowery Poetry Club de Nueva York, Centro Cultural São Paulo , Roma Poesía, Poetry Africa en Sudáfrica o Museo del Chopo de Ciudad de México.

Poesía visual (galardonado en 2020 con el Premio Goethe en el Zebra Poetry Film Festival de Berlín), poesía gráfica (como en su reciente Plançó publicado por la editorial Fonoll), poesía de acción o, evidentemente, poesía escrita, con tres poemarios publicados: Gaire (Pagès, 2012), El terra i el cel (LaBreu, 2013) y Menys i tot (LaBreu, 2017).

Escoffet es texto, voz y paisaje. Un poeta invitado que buscará las conexiones arquitectónicas, simbólicas y expresivas del Palau de la Música Catalana, un templo que también es texto (todo un repositorio de Historia y de historias en fondo y forma), ve (como un canto y testimonio de las artes) y paisaje (un lugar monumental que pone en marcha narrativas y formas de habitar). Un edificio articulado por el aire de las voces y del órgano y que conecta artes, ideas y emociones con la piel de quienes entran.

La primera creación pensada especialmente para esta temporada es el poema que abre este libro, inspirado en la temática de la conexión entre la humanidad y la tecnología, en la que propone leer el Palau de la Música como un dispositivo de vida que conecta el mundo exterior con nuestro interior, un templo individual y colectivo que funciona de la misma forma que una interfaz tecnológica. Al fin y al cabo, la tecnología, desde el lenguaje, ha acompañado a la humanidad; el reto es la utilidad que le damos.